9.5.13

Francisco Casavella, "Lo que sé de los vampiros"

Em va agradar molt un reportatge de Carlos Zanón al Ruta 66 (núm. 302, març del 2013) sobre Francisco Casavella. Em va fer ganes de llegir algun dels seus llibres. Me'n vaig anar a la biblioteca de Malgrat i vaig trobar aquest tros de llibre (més de cinc-centes pàgines!). Lo que sé de los vampiros, premiada amb el Nadal, és l'última novel·la que va publicar l'escriptor barceloní abans de morir als 45 anys. Casavella m'ha semblat un escriptor enorme, erudit i amb un extraordinari domini de la llengua. La novel·la, però, m'ha semblat força irregular: comença de manera magistral però decau en algunes parts, sobretot, al meu parer, en aquella en què el protagonista s'embolica amb la franmaçoneria. En contrast, però, la novel·la té episodis memorables (em van agradar especialment els que se situen a Roma). No em puc estar de reproduir un fragment de l'inici de la novel·la, que explica la mort del germà del protagonista, per l'impacte d'un tret de canó, a la batalla de Neisse:

"Después de esa segunda explosión y tras el inesperado vuelo, Deville aún pudo oír exclamaciones en varios idiomas de los reclutas que, al avanzar, le pisoteaban el cráneo; y quiso reparar, aunque ni el dolor ni las fuerzas le dejaron, en el hecho de que carecía para siempre de extremidades inferiores. Ajeno por completo a que se había desplazado un buen trecho al elevarse por el aire, Deville intentó mirar a ambos lados por ver si divisaba sus piernas. Sin embargo, no consiguió que los ojos llegaran a moverse. En realidad, ni siquiera se immutó la tierra que cubría los párpados, famosos por su inquietud. Un nuevo pisotón le hundió en el averno. Cuando las luces ya muy leves del entendimiento están a punto de apagarse, o ya se han apagado, y en la mente del moribundo sólo queda el rastro del que asume la más triste de las nociones, en ese momento singular, Deville imaginó una ballena azul. Azul como el azul de Prusia. El lomo sale del agua y allí mismo vuelve con elegante ondulación. Un chorro emerge de esa criatura y, tras un instante en el aire, lleno de gloria y de misterio, se derrama como una vida corta. Un remolino de espuma pulverizada -amarillo, anaranjado, rojo quizá- abanica el horizonte en el sol bajo. En la profundidad del océano, el eco de una voz como la de Neptuno brama: "¡Soperro!". Y estalla el tercer cañonazo."